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La Cooperación Italiana y el PMA brindan asistencia alimentaria a 6,250 personas afectadas por Amanda
La Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo (AICS) y el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA) están brindando asistencia alimentaria a 6,250 personas que han sido afectadas por los estragos de la tormenta tropical Amanda y la COVID-19.
Desde el 29 de julio, 6,250 personas serán beneficiadas con transferencias de efectivo para cubrir sus necesidades alimentarias durante tres meses por medio de dos entregas de efectivo del PMA, a través de la red de empresas financieras privadas con cobertura nacional, con el fin de reducir la movilización y la posibilidad de contagio a la COVID-19.
El Gobierno de Italia, por medio de AICS, contribuyó un total de 579,000 dólares para que las personas, ubicadas en los departamentos de La Paz y Usulután, cuenten con efectivo para comprar alimentos nutritivos y básicos para sus familias en los comercios y mercados de sus comunidades, dinamizando así la economía local y apoyando a los pequeños productores. La identificación de las personas beneficiadas y coordinaciones en las comunidades se han realizado bajo el asocio de PMA con Ayuda en Acción y Save the Children.
Los estragos causados por la tormenta tropical Amanda, sumados al impacto socioeconómico latente causado por la pandemia de la COVID-19, han incrementado el número de personas en inseguridad alimentaria en El Salvador. Los resultados de la evaluación que el PMA realizó en mayo a nivel nacional, estimó que 162 mil hogares se encuentran en inseguridad alimentaria severa tanto en la zona rural como en la urbana. En esta condición, los hogares no logran cubrir un consumo de alimentos adecuado para los miembros de su familia.
“Esta acción tiene como objetivo ayudar a mitigar los enormes problemas que están enfrentando muchas familias salvadoreñas a causa de la emergencia sanitaria de la COVID-19 y las tormentas tropicales en el país. Una entrega de efectivo permitirá a las personas identificar personalmente sus necesidades básicas, ya sea alimentarias o higiénico-sanitarias, y satisfacer esas necesidades”, dijo el Director de AICS San Salvador, Riccardo Morpurgo.
“La contribución del Gobierno de Italia llega en un momento clave para seguir brindando asistencia a las familias más vulnerables que luchan por llevar suficiente alimento a sus hogares debido a los daños causados por la tormenta tropical Amanda y las consecuencias de la pandemia de la COVID-19”, mencionó el Representante del PMA, Andrew Stanhope.
“A pesar de ser uno de los países más afectados por el virus, Italia ha sido uno de los principales protagonistas del esfuerzo de la comunidad internacional para hacer frente a la epidemia de la COVID-19, de acuerdo con el principio de que: nadie está seguro hasta que todos lo estén”, dijo el Embajador de Italia en El Salvador, Umberto Malnati.
La cultura maya y el chocolate, combinación inseparable y oportunidades de ingresos
Unidas en la recuperación de la tradición ancestral del cacao, las mujeres de América Central están ahora listas para competir en el mercado internacional
Aunque el cacao tiene una gran importancia en la historia de América Central como cultivo y símbolo de identidad, la producción de cacao en grano en esta región está disminuyendo constantemente. Por el contrario, la demanda mundial de chocolate y de cacao en grano aumenta año tras año. La satisfacción de la creciente demanda interna e internacional es posible mediante acciones para revitalizar el cacao. Por esta razón, la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo ha decidido financiar un proyecto para revitalizar la cadena de cacao de calidad en América Central y el Caribe, el cual es ejecutado por el Instituto Italo-Latinoamericano (IILA).
Además, la decisión de activar un programa dedicado al cacao deriva de la capacidad de este cultivo de aumentar la biodiversidad de la región, restaurar los ecosistemas, mejorar la calidad de los recursos hídricos y del suelo. En el plano económico, los sistemas agroforestales basados en el cacao también pueden aumentar los ingresos de los productores y las oportunidades de empleo de las comunidades vulnerables. Esto proporcionaría a las familias una mayor seguridad económica que las motivaría a permanecer en sus comunidades en vez de obligarlas a emigrar en busca de mejores oportunidades de trabajo.
En el marco de este proyecto, tuvimos la oportunidad de conocer a tres mujeres de comunidades indígenas que trabajan en la cadena del cacao y que participaron en diversas actividades, entre ellas el Curso de Elaboración de Chocolate y Productos Semiacabados realizado en El Salvador. Se trata de mujeres productoras, empresarias que se han enfrentado a dificultades culturales, económicas y sociales para emanciparse, trabajar y realizarse a nivel personal.
Jessica Vásquez, una mujer perteneciente a la cultura maya kaqchiquel, vive en Sololá, Guatemala, y nos habló sobre el papel de la mujer dentro de su comunidad: “Es un papel variado: va desde la investigación, pasando por la recopilación de información histórica, hasta la formación de otras mujeres, y la elaboración de chocolate. En los pueblos indígenas la mujer es la responsable de la formación de los seres humanos, la educación alimentaria y el mantenimiento de las costumbres ancestrales”.
Su mayor pasión es la cocina y nos cuenta que comenzó a recopilar recetas ancestrales basadas en frijoles, maíz y, sobre todo, cacao. Gracias a los cursos de capacitación realizados en el marco del proyecto, pudo aprender y utilizar buenas prácticas de cultivo, post cosecha y elaboración de chocolate con el fin de recuperar la cultura del chocolate en esta región y asegurar que se reconozca como un producto de calidad y se comercialice.
Blanca Estela Díaz Menchú vive en Quetzaltenango, Guatemala, y es miembro de la Asociación de Productores de Chocolate de Guatemala. “Los mayores problemas en este momento son la falta de mercado para nuestro producto y la delincuencia, que también es un grave flagelo. Intentamos involucrar a los jóvenes, enseñarles la tradición del cacao, la promoción de este producto con la esperanza de que no se vayan, de que no emigren. Nuestra familia produce chocolate y el mayor desafío para nosotros es mantener el equilibrio entre la calidad y el costo: en la práctica tratamos de hacer más con menos, esto es porque trabajamos en un sector muy competitivo”.
En la comunidad de Blanca ser mujer trabajadora no es fácil: “Lo más importante para nosotras es que hagamos las tareas del hogar, nuestro papel es ayudar y apoyar”. Debido a graves problemas económicos Blanca decidió dejar las actividades domésticas para dedicarse a la elaboración del cacao: “Fue una lucha terrible, el dinero no era suficiente y cuando salí de casa no podía hablar con nadie. Por suerte ahora mis hijos son mayores, pudieron estudiar y yo también me gradué a los 40 años. Fue un gran sufrimiento, pero ahora enseño a las mujeres de mi comunidad lo que aprendo en los cursos de capacitación para que se especialicen en la industria del cacao. El amor al prójimo es algo que me importa mucho”.
Yasmira Lisbeth Chen, de la Comunidad de Cobán Alta Verapaz en Guatemala, comenzó su trabajo para aumentar los ingresos de la familia, pero inicialmente no recibió ningún apoyo de nadie.
“No teníamos dinero para pagar la salud y la educación de nuestros hijos. Cuando mi padre murió heredé cerca de media hectárea de cultivo de cacao, solía usar esas frutas para el consumo familiar o para regalarlas a nuestros amigos. Una noche, mirando esas cestas de cacao en el suelo, tuve una idea: tenía que trabajar ese cacao para conseguir chocolate y venderlo, había visto a mi madre durante años haciéndolo, ¡podía hacerlo! Mi marido no estaba nada entusiasmado, le preocupaba que la comunidad le acusara de no poder ocuparse de su familia. Pero no me di por vencida, compré un pequeño molino y empecé a tostar cacao. Ese día produje mis primeras 50 barras de chocolate, 50% de cacao y 50% de azúcar, que vendí inmediatamente.”
Desde entonces, Yasmira ha estado cada vez más motivada para fortalecer el cultivo del cacao. En poco tiempo llegaron las primeras satisfacciones económicas con las que pudo hacer estudiar a sus hijas. Ahora trabaja a tiempo completo en esta actividad y sus hijas, de 12 y 15 años, la ayudan; su marido también ha empezado a apoyarla, tanto práctica como psicológicamente. Yasmira también es miembro de la Junta Directiva de la Asociación Katbalpom, que se encarga de recuperar y mejorar la cultura del cacao en su comunidad.
Estas mujeres han luchado por salir de la vulnerabilidad, la discriminación, el machismo y la pobreza. Son mujeres que han sido capaces de hacer frente al sufrimiento, de volver a ponerse de pie y que siempre han creído en sí mismas y en su tradición. Son mujeres que se han distinguido por centrarse en la identidad del producto y que ahora están listas para competir en el mercado internacional.
Rescatar el café salvadoreño para restituir la dignidad a los pequeños productores
La Cooperativa Texisal
Desde el montañoso municipio de Apaneca, conocido por sus cultivos de café y por la turística “Ruta de los Flores”, se cruzan sinuosos caminos de herradura y senderos de tierra hasta la plantación de café Santa Bárbara de la Cooperativa Texisal, en el distrito de Taltapanca.
José Manuel Vielman ha vivido en estas zonas toda su vida, durante generaciones su familia se ha dedicado al cultivo del café y dice que el café salvadoreño está pasando por una fase crítica: “los agricultores ya no pueden cubrir los costos de la producción de café debido al bajo precio de venta establecido por la Bolsa de Nueva York”.
Texisal es una de las cooperativas beneficiarias que participaron en un curso de capacitación, dentro del Proyecto denominado: “Red regional de apoyo a las asociaciones de pequeños productores de café – Programa CaféyCaffè”. Fase III – financiado por la financiado por la Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo y ejecutado por la ONG italiana Africa 70 El Salvador y el Consejo Salvadoreño del Café (CSC) el cual permitió a los beneficiarios aprender técnicas e instrumentos innovadores para el procesamiento del café.
Oscar Nájena, el Presidente de la Cooperativa Texisal, nos dice que los progresos realizados por la comunidad agrícola, tras el proyecto, se refieren a todas las fases de la elaboración del café: la cosecha razonada, la construcción de las llamadas “camas africanas” para el secado, los métodos de elaboración húmeda y los factores que influyen en la calidad del producto, así como las cuestiones relacionadas con la industria del café.
La ONG África 70 y el Consejo Salvadoreño del Café colaboran estrechamente con la Cooperativa Texisal todos los días y, paso a paso, apoyan y orientan a las comunidades rurales para que cumplan su mayor sueño: abrir un centro de tostado y una cafetería. Elena Díaz, gracias al curso “Catación y Barismo”, ha aprendido nuevas técnicas que pone en práctica cada día en su trabajo y esto le ha permitido alcanzar una realización profesional. Hoy trabaja en el bar Apaneca y está orgullosa del café que sirve: bueno y 100% orgánico.
La Cooperativa Texisal y, más en general, la comunidad rural de montaña, está decidida a redimir la cultura del café salvadoreño creando un producto de alta calidad. Es importante que el mundo entero reconozca la calidad del café de El Salvador para que pueda apoyar el cultivo de este producto. El camino sigue siendo largo e involucra estudio y trabajo duro, pero los pequeños productores salvadoreños no desisten. Saben que el futuro de su comunidad depende de ello y quieren que se reconozca el trabajo que hacen.
Dar el valor adecuado al café salvadoreño es devolver la dignidad a los agricultores y productores, mejorar su nivel de vida reduciendo la vulnerabilidad socioeconómica y cultural de comunidades enteras. ¡Estamos seguros de que con estas premisas podemos obtener grandes resultados!
Visita a los productores de las regiones de Usulután y Morazán
El silencio reina en las colinas de las regiones de Morazán y Usulután. Un sol abrasador incendia la tierra quemada de las regiones orientales de El Salvador. Los torbellinos de viento se arremolinan sobre los campos estériles. Se sobrevive entre rocas, polvo y sudor. La tierra se agrieta. Estresada como aquellos que tratan en vano de trabajarla. Manos sucias, consumidas por la fatiga. No hay agua.
La Agencia Italiana de Cooperación para el Desarrollo, junto con el Programa Mundial de Alimentos, se ha comprometido a resolver la situación en estas zonas mediante el proyecto “Asociatividad, Resistencia y Mercados”, que finalizó hace unos meses.
Trabajar en el campo para resolver los efectos del cambio climático significa ayudar a reducir la inseguridad alimentaria y nutricional de muchas comunidades vulnerables. Este es el principal objetivo de la intervención. Al final del proyecto, se notan muchos cambios dentro de la comunidad.
Niña Morena, de la Comunidad 14 de julio, vive en la región de Usulután y forma parte de un grupo de productores que trabajan en la agricultura orgánica y los fertilizantes. El proyecto le ha ayudado a ella, y a la comunidad a la que pertenece, a limitar la inseguridad alimentaria. Dentro de esta comunidad, se han tomado medidas para promover la actividad comercial y la comercialización de productos.
A Niña Morena se le proporcionó una incubadora de huevos y a cada familia de su comunidad se le donaron algunos animales de granja, principalmente aves de corral. Además, se instalaron paneles solares para el riego y se construyeron túneles agrícolas durante el proyecto.
Don Cristino, un productor agrícola de 64 años, está orgulloso del cambio que ha experimentado de primera mano: “Solía sembrar maíz, frijoles y maicillo sólo en mayo, y últimamente, debido a la falta de lluvia, empezamos a sembrar en junio y cosechamos el primer corte en octubre y el segundo en noviembre. La idea de seguir trabajando es para el bien de nuestras familias y nuestras comunidades, porque antes no teníamos estas oportunidades y beneficios”.
La sequía de los últimos años ha puesto a prueba los cultivos y para sobrevivir durante la estación seca, los agricultores han empezado a cultivar hortalizas, principalmente chiles verdes. Por esta razón, se requirió la construcción de un invernadero y se decidió optar por el método hidropónico, que es un tipo de cultivo fuera de la tierra que favorece el control de la producción, tanto desde el punto de vista de la calidad como de la higiene.
Unos meses después del fin de las iniciativas, la situación en general parece haber mejorado mucho: los productores han diversificado sus cultivos y establecidos contactos de venta con el mercado local y algunos supermercados.
Doña Dinora forma parte de la asociación Mujeres con Esperanza (ACREMUES): “somos una cooperativa de 23 mujeres, nos encargamos de la producción de hamacas y de la tienda comunitaria”.
Después de los cursos de capacitación, estas mujeres han adquirido las habilidades para mejorar su trabajo y han comprendido la importancia de poder vender el producto. Hoy por fin se les paga un precio justo. La formación les ha hecho críticos y conscientes, tanto desde el punto de vista técnico como comercial. De hecho, además de estandarizar la producción de hamacas, estas mujeres han aprendido la importancia de promocionar su producto: “Ahora somos capaces de conocer de antemano la materia prima que necesitamos, hemos empezado a cuidar el embalaje y nos hemos abierto al mercado online, también a través del uso de los medios sociales”.
La pequeña tienda dirigida por las mujeres en cuestión adquiere diversos significados y cambia la identidad adaptándose a las necesidades de la comunidad. De hecho, además de ser un espacio de venta de productos artesanales, permite el acceso a las necesidades básicas y, transformándose durante el fin de semana en un espacio para compartir e intercambiar. La multitud de facetas que adquiere y el carácter agregado del lugar lo convierten en el núcleo de la comunidad.
A pesar de las dificultades que tuvieron que afrontar estos grupos de productores, hoy, cuando la segunda fase del proyecto terminó hace unos meses, podemos ver la satisfacción en sus ojos. Después de la fatiga y el sudor, los primeros resultados y las primeras satisfacciones han llegado. El compromiso y el estudio han servido para enfrentar los desafíos que surgen cada día en su camino.
Aviso de selección para propuestas de proyecto – “ESTRATEGIA DE DIFUSIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE LA INCLUSIÓN ESCOLAR A NIVEL NACIONAL”
Aviso de selección para propuestas de proyecto – “Estrategia de difusión y consolidación de la inclusión escolar a nivel nacional”. AID 11300.
El proyecto se comisionará a una Organización de la sociedad Civil (OSC) inscrita en la lista a la que hace referencia el Art. 26, parágrafo 3, de la Ley 125/2014, seleccionada a través de licitación pública.
Las propuestas de proyecto tendrán que ser presentadas en formato PDF, a la Sede Regional AICS San Salvador, antes de las 12:00 horas (hora salvadoreña) del día 24/01/2020, por medio de correo electrónico certificado, especificando en el asunto:
“Acrónimo entidad ofertante_AID_11300”
Al siguiente correo electrónico: sansalvador@pec.aics.gov.it
Y una notificación de envío de la documentación al correo: sansalvador@aics.gov.it
Darán fe la fecha y hora de la recepción del correo electrónico certificado, de la Sede Regional AICS San Salvador.
Más información:
OSC seleccionada: Save the Children Italia Onlus